España ha reducido un 52% el uso de los fitosanitarios calificados como peligrosos desde el periodo entre los años 2015 y 2017, según los últimos datos publicados por la Comisión Europea en su seguimiento del progreso hacia la consecución de los objetivos establecidos por la Estrategia de la Granja a la Mesa.
Esto supone que España ya ha cumplido con el objetivo en cuanto a este tipo de productos peligrosos para 2030, año para el que dicha estrategia sitúa la reducción en un 50%. Todavía está lejos, sin embargo, de cumplir el objetivo en cuanto a la reducción del uso de fitosanitarios en general, que también se ha fijado en un 50%. Por el momento, en comparación con el citado periodo de referencia, desde 2015 a 2017, España ha bajado su uso en un 26%, según los datos de la Comisión Europea.
Una situación que los agricultores denuncian que los deja en una posición de desventaja frente a los productos importados de países terceros, puesto que no tienen las mismas restricciones a la hora de utilizar este tipo de productos.
«No puede ser que aquí en la Unión Europea entren productos de cualquier parte del mundo, donde las restricciones para usar fitosanitarios son prácticamente nulas, y sin embargo aquí cada día tengamos más restricciones», dice en una conversación con THE OBJECTIVE Valentín García, miembro de la ejecutiva nacional de Unión de Uniones de Agricultores y Ganaderos. «Así es muy difícil competir, porque nosotros tenemos cada vez productos más caros y menos eficaces», añade.
Los fitosanitarios peligrosos, la asignatura pendiente en la UE
La reducción del uso de pesticidas químicos en España está por debajo de la media de la Unión Europea, que se sitúa en un 33%, más cerca de cumplir el objetivo. Sin embargo, está por encima de la media en lo que se refiere a los fitosanitarios clasificados como peligrosos, que se sitúa solo en un 21%, menos de la mitad de lo establecido para 2030.
Si se miran los datos de manera anual, la caída del uso de fitosanitarios químicos fue del 6% de media desde 2020 a 2021, último año del que hay datos. Una cifra que en España fue del 14%.
En cuanto a los pesticidas peligrosos, la reducción de su uso parece estar siendo más complicada, a juzgar por los datos ofrecidos por la Comisión Europea. De 2020 a 2021, en la Unión Europea su uso aumentó un 5%, mientras que en España solo cayó un 1%. Sin embargo, desde el periodo de referencia, de 2015 a 2017, el dato sigue siendo negativo en ambos casos.
La Comisión Europea considera que estos datos «muestran que ambos objetivos de la Estrategia de la Granja a la Mesa pueden lograrse para 2030». Insiste en que las granjas «pueden reducir su dependencia de los pesticidas químicos sin poner en peligro la rentabilidad de sus empresas».
Productos más caros por la desventaja frente a otros países
Los agricultores en España, como demuestran los datos, están cumpliendo con las exigencias europeas. Sin embargo, llevan tiempo denunciando que estas restricciones tendrán consecuencias económicas tanto para el sector como para los consumidores.
«La alternativa en muchos casos es más cara y mucho menos eficaz, que es lo más grave, porque cuando pierdes eficacia, pierdes competitividad», lamenta Valentín García. Esto hace que los cultivos no sean tan productivos, explica, puesto que hay ciertas plagas con las que no se puede acabar o contra las que cuesta mucho más tiempo y dinero luchar.
Así, critican que «problemas que estaban prácticamente solucionados», ahora vuelven a ser un peligro para los cultivos, mientras que en el resto del mundo pueden utilizar fitosanitarios aquí prohibidos y, por tanto, producir de manera más barata y abundante.
Efecto en los precisos
Esto repercute además en los precios finales que paga el consumidor por las frutas y verduras producidas en la Unión Europea. «El coste de producción es más alto, entonces los productos de la Unión Europea valen más», explica García.
Por eso, los agricultores insisten en la necesidad de que se apliquen cláusulas espejo y se exija a los productos que se importan de otros países las mismas condiciones que deben cumplir los productores europeos, sobre todo en un momento en el que las importaciones de frutas y verduras de países terceros no dejan de aumentar.
Además, según señala García, consideran importante que el consumidor cuente con toda la información sobre el producto a través de «un etiquetado mucho más claro». En él debería aparecer, además del origen del producto de forma clara, los fitosanitarios utilizados en su cultivo, «porque hay mucha gente que no lo sabe».