En el informe Directo a tus hormonas, recientemente publicado por la organización Ecologistas en Acción, resalta un dato que debería alarmarnos: y es que, según Eurostat, España fue el país que más pesticidas comercializó durante el año 2017 (último período del que se tienen datos, ya que Eurostat va con dos años de retraso), con un total de 71.987 toneladas.
Sin embargo, se trata de un hecho que a Koldo Hernández, portavoz de la organización, no le sorprende mucho. Aunque le escuece. “España lleva ocupando ese lugar bastantes años. Es más, es previsible que en los siguientes datos, los de 2018, volvamos a ser los primeros”, sostiene. Argumentos no le faltan: como apunta el propio informe, entre 2017 y 2018 se produjo un aumento de comercialización de plaguicidas de un 1,6%.
Un puesto que ocupamos tanto por la capacidad agrícola de España, como por la nula implantación de medidas y planes para eliminar estos pesticidas. “Tenemos un programa nacional muy poco ambicioso y escasamente implementado. El resultado es que en los últimos años España viene a crecer en un consumo de 2,5% más o menos por año en pesticidas”, expone el portavoz de Ecologistas en Acción.
Los plaguicidas, un problema real para nuestra salud
Hay que partir de la base de que un plaguicida es un tóxico que se utiliza para matar o controlar vidas. En España son miles las toneladas de plaguicidas con las que se fumigan cada año las cosechas, espacios públicos, jardines o arcenes, y que acaban contaminando el suelo, el agua, el aire y la flora y la fauna. También los alimentos, llegando así a los consumidores. “Alguno de estos plaguicidas tiene toxicidades elevadas, pudiendo llegar en alguno de los casos a estar catalogados como cancerígenos, mutágenos, tóxicos para la reproducción o disruptores endocrinos”, argumenta el miembro de la organización.
En el informe publicado por Ecologistas en Acción se han centrado sobre todo en el uso de este último tipo de pesticida. Los disruptores son tóxicos que alteran el funcionamiento del sistema hormonal, “no solo de los hombres y las mujeres, sino del resto de los seres vivos, para luchar contra esa vida que quieren matar”. Además, añade el portavoz, “son los grandes desconocidos, aunque son tóxicos muy cotidianos que están en un gran número de cosméticos, textiles y alimentos”.
En España, la mayor parte de los test de plaguicidas se realizan sobre las frutas y verduras y los resultados revelan que donde más se utilizan es en estas últimas. Pero, como sostiene Koldo Hernández, están en todos los alimentos. “Esto sucede porque la legislación lo permite. Además, hay otro tipo de pesticidas que por mucho que se limpien, no se pueden eliminar, ya que las plantas los absorben por la raíz y se encuentran en todos los tejidos del vegetal”, añade.
El problema del uso de disruptores endocrinos es que, al existir la posibilidad de que alteren el sistema hormonal, pueden producir problemas en el desarrollo de un ser vivo, ya que una de las funciones de este sistema es la de controlar el crecimiento. “Es por ello que pueden ser muy perjudiciales en determinados momentos de desarrollo, como es el caso de los fetos. En estas etapas pueden tener consecuencias que pueden surgir 30 ó 40 años después de la exposición. Por ejemplo: puede ser que se haya expuesto de feto a los pesticidas y que de mayor desarrolle un cáncer en el que estas sustancias hayan jugado un papel”. Y amplía: “También hay estudios que apuntan que incluso pueden tener repercusiones en individuos que no se hayan expuesto a él, como se ha demostrado en terceras y cuartas generaciones en animales de laboratorio”.
Ante la demostración de los problemas que pueden causar, desde Ecologistas en Acción no entienden cómo la Unión Europea los considera “eufemísticamente” productos para la protección de las plantas o la legislación española los catalogue como fitosanitarios. “No hay que olvidar que tienen la función de erradicar vida”, dice el portavoz de la campaña.
¿Cómo es posible que no haya una normativa que los prohíba?
Ante esta cuestión, Koldo Hernández sostiene que es algo que desde Ecologistas en Acción también se preguntan. “Y con nosotros otro nutrido grupo de organizaciones ambientales e investigadores”. Quizá la razón sea que con los plaguicidas sucede igual que con las sustancias cancerígenas. Según apunta el miembro de la organización, hay un número reducidísimo de sustancias declaradas como tales en comparación con aquellas que desde la investigación científica se manifiesta que tienen esta característica. “La clasificación de una sustancia como cancerígena, mutágena o tóxica para la reproducción es algo muy complicado de demostrar, que tarda muchísimo tiempo, y que muchas veces es ralentizado o se impide porque son productos de consumo”.
Además, en el caso de los diruptores, van con más retraso porque son contaminantes emergentes que se empezaron a conocer en los años 90 del siglo anterior. “Aunque ya hayan pasado 30 años, este tiempo en este tipo de regulaciones no es nada. Por ello, tristemente están mal regulados y pobremente identificados a nivel legal. Se siguen permitiendo porque desde las autoridades europeas y españolas se considera que estas pequeñas cantidades de tóxicos a las que estamos expuestos a través de la alimentación no generan problemas”.
¿Qué podemos hacer entonces para comer alimentos sin pesticidas?
Al final del informe, desde Ecologistas en Acción ofrecen distintas soluciones de las que disponemos para no ingerir este tipo de tóxicos en nuestras comidas. La primera se basa en concienciar al ciudadano para que presione y exija a las autoridades una alimentación libre de pesticidas.
En segundo lugar, y a un nivel de consumidor, la opción que proponen desde la organización es comprar alimentos de certificación ecológica, y por lo tanto libres de plaguicidas, aunque sean comestibles con un precio más elevado. Algo que el miembro de la organización tilda de “lamentable”, ya que supone “una cuestión de dinero poder acceder a alimentos más saludables”. Y matiza: “No tiene sentido que el derecho a la salud, en el caso de la alimentación, se deba a un tema de poder monetario. Esto debería estar facilitado por la administración”.
Por último, en el caso de que no se pueda acceder a los alimentos ecológicos, la única opción que queda es lavar bien los vegetales y pelarlos. “Y aun así la limpieza no es efectiva al 100%, porque hay muchos pesticidas que se absorben por la raíz”, sostiene Koldo Hernández. Esta última forma de librarnos de los pesticidas supone además para el miembro de la organización un hecho “terrible”, ya que en la piel se encuentran muchas de las propiedades de estos alimentos. “Si quieres eliminar el pesticida dentro de lo posible, tienes que hacerlo. Es contraproducente y en cierto sentido parecen mensajes contradictorios, pero es la solución para que el tóxico no acabe en tu cuerpo”. Y finaliza: “Es una pena que cuando compras cualquier tipo de fruta te tengas que cuestionar si debes pelarla o no, si tiene una parte que va a ser perjudicial para tu salud o no”.